
Quién lo creyera: acciones tan simples y cotidianas como toser, estornudar, correr, levantar un objeto o soltar una carcajada pueden llegar a convertirse en un auténtico martirio para aquellos que sufren de incontinencia urinaria. A eso se suma que muchos de ellos deben usar pañal y visitar frecuentemente el baño. Algunos, incluso, evitan tener relaciones sexuales por temor a que sobrevenga un nuevo escape involuntario de orina.
Suele suceder entonces que los pacientes víctimas de esta disfunción tengan que resignarse a permanecer aislados y a vivir con una permanente angustia que golpea su autoestima.
Y aunque parezca cosa de locos, lo cierto es que este mal es común a una de cada tres personas en el mundo. En especial, mujeres en una proporción de cuatro a uno con respecto a los hombres, pues las características de la vejiga femenina las hacen más propensas a que ésta se debilite.
Sin embargo, se calcula que más de la mitad de los pacientes no consulta a tiempo por vergüenza, desconociendo que, tal como lo aseguran los especialistas, sí hay maneras de controlar este mal.
Los tratamientos
Luego de que el paciente ha referido los síntomas y antes de iniciar cualquier tratamiento, conviene realizar una urodinamia, un examen en el que se introduce una sonda por el recto y otra por la vejiga a través de la cual se pasa suero para simular la orina. A través de este estudio en el que se visualiza el tracto urinario inferior (vejiga y esfínteres) en una pantalla de computador, se puede determinar cómo están funcionando los esfínteres y la vejiga y qué tipo de incontinencia tiene el paciente para elegir el tratamiento más adecuado.
Entre las alternativas disponibles se encuentran:
1. Ejercicios de Kegel
Mejoran la movilidad articular de la pelvis y fortalecen los músculos del piso pélvico, un conjunto de estructuras óseas, musculares, articulares y ligamentosas que se encuentran en la parte inferior de la pelvis, en el área del periné. Para obtener resultados deben realizarse al menos 15 ó 20 sesiones con el apoyo del fisioterapeuta y luego continuar esta práctica en casa.
Para facilitar la ejecución de los ejercicios se puede colocar un espejo frente a la región perineal para observar los ejercicios o realizarse tacto vaginal para identificar la contracción.
Al realizarlos se debe disponer de tiempo, estar relajado, acostado sobre la espalda con los pies apoyados en la cama o en el piso y las piernas ligeramente abiertas y flexionadas. Apriete el ano como tratando de controlar la salida de un gas o apriete la vagina en su interior. Sostenga de 2 a 4 segundos. Haga diez repeticiones. Cada semana puede ir aumentanto el tiempo hasta llegar a 10 ó 12 segundos. También puede ir incrementando poco a poco la intensidad de la contracción hasta llegar al tope máximo.
Es importante que durante el ejercicio no apriete las nalgas ni las levante de la cama. También debe evitar unir las piernas o sumir el abdomen.
A medida que se va evolucionando se puede también cambiar la posición. En la segunda semana puede hacerlos sentado con la espalda recta, las piernas flexionadas a 90 grados y la cabeza mirando al frente. En la tercera, puede ensayarlos de pie.
A medida que se va evolucionando se puede también cambiar la posición. En la segunda semana puede hacerlos sentado con la espalda recta, las piernas flexionadas a 90 grados y la cabeza mirando al frente. En la tercera, puede ensayarlos de pie.
2. Medicamentos
El suministro de anticolinérgicos orales ayuda a controlar las contracciones involuntarias del músculo de la vejiga. Sin embargo, estos fármacos tienen algunos efectos adversos como resequedad de la boca, somnolencia y estreñimiento, lo que lleva a que cerca de la mitad de los pacientes termine por abandonar el tratamiento.
En ocasiones se recurre también a los estrógenos en presentación de óvulos o crema que mejoran la función de la uretra.
3. Toxina botulínica tipo A
Las inyecciones de esta sustancia se realizan a través de un cateter y son aplicadas en 15 puntos de la vejiga. Inhiben la liberación de acetilcolina, con lo cual se produce una parálisis transitoria en el músculo detrusor de la vejiga, evitando su contracción anormal.
Sólo exige una aplicación al año y algunos pacientes mejoran con una sola dosis. El procedimiento tarda unos 20 minutos.
4. Marcapasos
Se implantan en el quirófano a nivel de la médula sacra (parte terminal de la columna) y se conectan a unos electrodos que se ponen cerca de la pelvis.
Controlan la función de la vejiga ya que hacen que se contraiga cierto número de veces por minuto.
5. Cirugía
Puede mejorar o curar la incontinencia cuando es causada por algún problema como cambios en la posición de la vejiga o bloqueos debido a una próstata ensanchada. Consiste en realizar una incisión de unos dos centímetros en la vagina para introducir cintas libres de tensión que reemplazan los ligamentos y músculos que se han afectado.
El procedimiento es ambulatorio, el paciente queda con una sonda puesta las primeras 24 horas y en una semana ya está recuperado. La cirugía tiene un 90% de efectividad y el resultado es inmediato.
Las causas de la enfermedad
La edad. Después de los 50 años, durante la menopausia, cuando los niveles de estrógenos disminuyen, se afectan los tejidos de sostén de la uretra y del piso pélvico, por lo que los músculos se tornan flácidos.
Los embarazos. Tanto naturales como por cesárea, así como aquellos que son mal atendidos, por ejemplo con forceps, pueden alterar los músculos de la vejiga.
Enfermedades. Como la diabetes, la esclerosis múltiple, los accidentes cerebrovasculares, los traumas en la columna y todas las patologías neurológicas, las cuales llevan a que se altere la inervación de los esfínteres y de la vejiga, lo que hace que se contraiga todo el tiempo perdiendo el control voluntario.
Cirugía de próstata. Aunque es poco común, pues sólo el 1% de hombres con cáncer de próstata que son intervenidos quirúrgicamente queda incontinente.
Tipos
De esfuerzo: cuando los escapes de orina surgen al realizar algún tipo de esfuerzo, como hacer ejercicio, saltar, toser, levantar objetos pesados o reírse a carcajadas.
Por síndrome de vejiga hiperactiva: en este caso el paciente tiene una permanente urgencia de ir al baño, que por lo general se presenta en las noches. Sin embargo, los escapes de orina suelen presentarse antes que la persona alcance a llegar al baño. Afecta a un 16% de la población adulta.
Mixta: en la que se combinan las dos anteriores.
Qué pasa en los niños
En cuanto al origen de este mal en los menores, se sabe que si uno de los padres de familia ha sufrido incontinencia, sus hijos tienen el 40% de riesgo de ser incontinentes. Aparte de esta predisposición genética, la incontinencia en los niños se relaciona con un retraso en la maduración del sistema nervioso central, dado que el cerebro interviene en el control de la vejiga. También tiene qué ver con defectos congénitos en las paredes de la médula o en uno de los ureteres.
Lo normal es que un niño se moje hasta los 5 años, pero cuando el problema persiste por más tiempo se debe consultar al especialista.
El tratamiento en estos casos se realiza con fisioterapia y medicamentos orales.
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